lunes, 11 de julio de 2016

El Kung Fu




Sí, el Kung Fu es exigente.

El Kung Fu exige que tengas piernas fuertes, pero que no pierdas elasticidad.

El Kung Fu exige agilidad, pero también un buen arraigo al piso, a la tierra.

El Kung Fu exige explosividad, pero también exige saber estar quieto.

El Kung Fu exige que aprendamos a saltar, pero aún más exige que aprendamos a caer.

El Kung Fu exige aprender a moverse con agresividad, pero sin caer en la violencia.

El Kung Fu exige dedicación, voluntad, pero también exige tiempo, paciencia y amor a lo que se hace.

El Kung Fu exige que sepamos movernos agilmente, que el movimiento sea armonioso, pero que tenga impacto, que sea efectivo en sus aplicaciones.

El Kung Fu exige que aprendamos a utilizar armas, pero primero nos pide que seamos precisos en el uso de nuestros puños.

El Kung Fu exige que sepamos golpear hacia arriba, hacia abajo, hacia los costados, con puños, patadas, giros, saltos, barridas, lances y acrobacias, pero pide todo eso con una mente en calma, con una mente decidida, con una mente victoriosa y sin emociones negativas.

El Kung Fu exige tanto, porque tiene tanto para dar.

El Kung Fu debe disfrutarse, pero no así tomarse a la ligera.

El Kung Fu debe tomarse en serio, pero tampoco demasiado.

El Kung Fu es hermoso, el Kung Fu es poderoso.

El Kung Fu nos debería permitir movernos en todo terreno, en todo lugar, en toda circunstancia, pero más importante aún, nos permite movernos siempre en relación sincera con nosotros mismos.

El Kung Fu es doloroso. El Kung Fu es muchas veces fracasar, intentar de nuevo y quizás tener éxito o seguir intentando, pero nunca desistir.

El Kung Fu es para todos, tiene muchas manifestaciones, no discrimina ser alguno, así tenga solos sus brazos o solo sus piernas o solo su mente, la mente puede hacer Kung Fu por sí misma, la mente puede ser Kung Fu. Lo he visto.

Por eso disfruten el Kung Fu, vivan el Kung Fu y practiquen con amor, así sean 5 minutos por semana u ocho horas por día. El Kung Fu está ahí, en cada minuto y se hace segundo a segundo.

Es como pensar que uno podría iluminarse por la "cantidad" de horas que medite o lea textos sagrados, cuando quizás encuentre realmente la iluminación en el segundo menos pensado o en el revoloteo de una mosca entre la basura. No hay excusas, no hay barreras y si las hay, supérenlas.

¡Sigan entrenando!
Mañana será otro día.

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