El Tai chi chuan, abreviando tai chi, se atribuye a un monje taoísta: Chan San Feng.
Cuenta la leyenda que el inmortal taoísta Chan San Feng, allá por el siglo XII (d.c.), iba paseando por el bello y misterioso monte Wudang. Caminaba distraido, disfrutando del paisaje y de los sonidos eternos del Tao, que le llegaban en forma de crepitar de las hojas, del canto de los pájaros y de los misteriosos sonidos de la montaña. En esto que observó una majestuosa grulla blanca. Era preciosa, de esbelto y afilado pico. Blancas sin mácula las plumas. Poderosas y fuertes alas, junto con sus largas patas. La grulla, de tremolante penacho; miraba fiera a una serpiente. La serpiente enroscada sobre sí misma, con la cabeza erguida y la lengua siseando. Dobla su tamaño y mira fijamente a la grulla.
Empezó una terrible batalla entre la grulla y la serpiente. La grulla intentaba picar a la serpiente con su poderoso pico, y ésta, ágil y esquiva se libraba alegremente de todos los ataques de la grulla. Por supuesto la serpiente también atacaba. Utilizaba su flexibilidad y su capacidad envolvente, para atrapar y derrocar a la grulla. Intentaba hacerle perder el equilibrio, romperle un ala...etc,etc.
Y así nuestro monje se inspiro en la lucha de la grulla y la serpiente, para crear el maravilloso arte marcial del Tai chi chuan.
Ya que el Tai chi se caracteriza por movimientos armoniosos y equilibrados, junto con una flexibilidad inusitada. Es un arte marcial muy efectivo, que trabaja con la fluidez; con la capacidad de seguir y adherirse a sus enemigos, y llevarles a devastadoras aplicaciones marciales; con la elegancia de la grulla y la capacidad envolvente y flexible de la serpiente.
Inspirándonos en el eterno cambio del yin-yang, fuerte-flojo, lleno-vacío, duro-blando, activo-pasivo, másculino-femenino, agua-fuego, arriba-abajo, cielo-tierra....
El tai chi es un arte marcial que mediante la búsqueda del equilibrio, interno y externo, consigue armonizar diversos aspectos del ser humano. Logrando ser fluido con el cuerpo y también con la mente.
Practicando tai chi, en ocasiones, puedes sentir que tu ego se diluye como una gota de agua en el océano.
No hay un tú y un yo.
No hay un fuera y un dentro.
Solo existe el Tao.
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